La soya puede ser una excelente sustituta de la leche de vaca. Aunque es incorrecto hablar de “leche de soya”, ya que, por tecnicismos, leche es el producto de una hembra mamífera, el jugo de soya, ahí sí bien expresado, da consistencia, sabores y olores similares a los de la leche de vaca, y puede ser utilizado como reemplazo en las comidas.
Las diferencias entre la leche de vaca y el jugo de soya son importantes: la leche de vaca, ya sea entera, semidescremada o descremada, posee cantidades variables de colesterol; la soya, a la inversa, no lo contiene y además ayuda a reducirlo. En cuanto al sodio, la soya posee un nivel bastante bajo en comparación con la leche de vaca y puede resultar importante si alguien tuviese
hipertensión o retención de líquidos.
Además, resulta importantísimo mencionar que la soya es rica en isoflavonas, un tipo de molécula que, tras mucho estudio, ha sido vinculada a la mejora de síntomas menopáusicos, así como también ha sido catalogada como protectora frente a enfermedades ginecológicas (mientras la leche de vaca hace lo contrario).
La leche de vaca, lastimosamente, deja mucho que desear. La incesante producción de leche ha volcado a la industria al uso de hormonas de crecimiento para apresurar el tiempo de desarrollo de un ternero. A más de eso, para que la vaca produzca leche toda su vida (y no únicamente después del parto, como sería natural) se requieren intervenciones también hormonales, dejando en duda si son estas las responsables del aumento de quistes en órganos reproductivos tanto en
mujeres como en hombres.
La soya, por el contrario, cuenta con una creciente corriente de cultivos limpios y orgánicos, elevando así, la capacidad de elección de los consumidores informados.
Fuente: eluniverso.com
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