miércoles, 30 de mayo de 2012

En los arrecifes: El pequeño habitante


El trambollito percebes de Galápagos, un pez de máximo siete centímetros de largo.

Desde Las Encantadas
Paula Tagle
“Son los trambollitos, siempre pequeños, ojones, de labios grandes, coloridos, solitarios, y muy fieles a su percebe. Su estrategia de supervivencia consiste en refugiarse en la coraza de un crustáceo abandonado...”.
Reciclar no es exclusivo mérito humano. Existen varias especies que practican este buen hábito: diferentes tipos de aves, cangrejos e incluso peces. Y hay uno muy chiquitito, que pasa desapercibido la mayor parte del tiempo, no solo por su tamaño diminuto sino porque se esconde en balanos abandonados, a profundidades que varían entre uno hasta veinticinco metros.
Me refiero al trambollito percebes de Galápagos, un pez de máximo 7 centímetros, del que pocos visitantes conocen su existencia. Porque tenemos fijación con los objetos grandes, es casi obligación de turista en las islas ver tortugas, volcanes, piqueros u otras cosas.
Sin embargo, la vida vibra a otras escalas que no hay que ignorar, cada tamaño cuenta y es importante. Como dijera John Steinbeck (premio Nobel de Literatura) en su libro sobre el mar de Cortez: “...todas las cosas son una, y una sola cosa son todas. plancton, una brillante fluorescencia en el mar, y los planetas en movimiento en un universo en expansión, todos conectados por la elástica banda del tiempo. Es aconsejable mirar desde las piscinas de entre marea a las estrellas, y luego otra vez a las piscinas de entre marea”.
Los balanos (o percebes) cubren casi todas las zonas rocosas de entre marea de Galápagos, y no solamente la costa, también crecen en cascos de barcos, e incluso en el caparazón de tortugas marinas y ballenas. Este es un crustáceo que fascinó a Charles Darwin, al punto de dedicar ocho años de estudio y clasificación. Pero mi intención es referirme a los pececitos que una vez que encuentran un balano abandonado, hacen de él su casa, su nido.
Son los trambollitos, siempre pequeños, ojones, de labios grandes, coloridos, solitarios, y muy fieles a su percebe. Su estrategia de supervivencia consiste en refugiarse en la coraza de un crustáceo abandonado, y desde allí asomar la cabecita de vez en cuando para alimentarse de lo que traiga el mar. También ponen sus huevos dentro del balano, que el macho cuida y protege hasta que eclosionan y se dispersan.
Pertenecen a un grupo conocido en inglés como blennies, o chupapiedras en español, que comparten características como formas alargadas, aletas ventrales delgadas que usan para adherirse al fondo, cuerpos que flexionan para propulsarse en el agua. La mayoría posee unos apéndices carnosos (cilios) que crecen sobre los ojos. Algunos también los tienen en la trompa y la cara. Como consecuencia de su poca dispersión, hay varias especies únicas (endémicas) en Las Encantadas.
Este es el caso del trambollito percebes de Galápagos (Acanthemblemaria castroi) que se distingue del nativo (Borraco Vacilo o Hypsoblennius brevipinnis) por tener varios cilios, cuando el segundo solo posee dos sobre los ojos.
El trambollito endémico es considerado por la IUCN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, por sus siglas en inglés) como especie vulnerable. El fenómeno  El Niño (1997-1998) afectó sobremanera su población, que casi desaparece en los años subsiguientes debido a la escasez de alimento. Hoy es más común encontrarlos, solo es cuestión de fijarse muy bien en los balanos del fondo, buscar colores y ver esas caritas serias y concentradas, prestos a esconderse o a alimentarse de plancton.
Últimamente el trambollito se ha convertido en personaje favorito del barco para el cual trabajo; y en cada oportunidad que Jason Heilmann (naturalista y fotógrafo) tiene para ir al agua, regresa con mejores fotos de nuestro amigo. Y del trambollito, volvemos los ojos a buscar otra vez las estrellas.
Fuente: La Revista Guayaquil, Ecuador 

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