sábado, 30 de enero de 2010

Destrucción del hábitat y cacería amenazan al jaguar en el Yasuní

Los jaguares cada vez son menos en el Parque Nacional Yasuní (PNY), uno de los sitios de mayor diversidad biológica en el mundo y declarada zona intangible para proteger el área. La cacería de especies que constituyen su alimento, como guatusas y pecaríes, la captura para el tráfico de animales o la venta de pieles han reducido su número. Deben quedar unos 500 individuos que ahora enfrentan una amenaza mayor si se explota el petróleo del bloque ITT (Ishpingo-Tambococha-Tiputini).

Convivir en su hábitat ayuda a entender mejor el futuro de la especie. En ese hogar de felinos estuve casi tres años, sumido en la espesura de la selva, abriendo senderos, rastreando sus huellas, buscando pistas del animal de pelaje amarillo con manchas negras en forma de anillos.

Desde niño me llamaron la atención estos animales, de ahí el interés para estudiar al jaguar (Panthera onca). Es el más grande de América y el tercer gato más grande en el mundo, después del tigre y el león.
Una gráfica captada por una de las trampa-cámaras permite registrar a uno de los jaguares dentro del PNY.
Los bosques tropicales de la Amazonía ecuatoriana son los últimos refugios seguros para la conservación de esta especie que podría desaparecer si es que no se realizan esfuerzos para conservar su hábitat.

Como candidato a Ph.D. en la Universidad de la Florida presenté un proyecto para determinar cuántos jaguares quedan en el Ecuador, en qué lugares y cuáles son las principales amenazas para la conservación, considerando que su presencia es muy importante para mantener el equilibrio entre las especies animales y vegetales que componen la biodiversidad de los bosques tropicales.

Cristalizar esa investigación fue un reto por los altos costos que demanda, y conseguir el financiamiento de alrededor de 80 mil dólares, a los que asciende el estudio, fue una tarea que tomó todo el año 2006.
El jaguar (Panthera onca), una de las especies amenazadas en el Parque Nacional Yasuní por la intervención del hombre.
Como candidato a un doctorado tuve la posibilidad de presentar propuestas de investigación a organizaciones internacionales y de las diez a las que propuse tres aceptaron mi proyecto: el Fondo Mundial para la Vida Silvestre (WWF), la Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre (WCS) y la Corporación Panthera.

La investigación se centró en tres frentes: ubicación de trampas-cámara (cámaras fotográficas que se activan automáticamente cuando un animal pasa frente a ellas) en áreas donde hay poblaciones humanas y mucha cacería, y en zonas remotas donde la cacería es mínima, para comparar la abundancia de jaguares y las especies de las que se alimenta.

Para el efecto se trabajó en cuatro sitios diferentes en el área del Yasuní. El primero fue en los alrededores de una carretera dentro del PNY, construida hace unos 20 años por compañías petroleras, y donde la cacería de especies presa de los jaguares por parte de comunidades locales (quichua y huaorani) es muy intensa.
El segundo sitio se ubicó al sur del PNY, junto al río Curaray, un lugar muy remoto, donde existe poca cacería de subsistencia y el acceso solo es posible por aire. Un tercer sitio en el área del río Tiputini, dentro del PNY, y un cuarto dentro del territorio huaorani, junto al río Shiripuno, un lugar accesible solo por río, donde existe cacería de subsistencia.

En cada sitio se cubrió un área de estudio de 100 kilómetros cuadrados dividida en 25 puntos, donde se colocaron dos trampas-cámara por cada uno durante 90 días.

Los resultados fueron desalentadores. En el primer sitio se encontraron solo tres jaguares, lo que demuestra la fragilidad del ecosistema. Paradójicamente, en el segundo que estuvo fuera del PNY se registraron trece, lo cual no fue sorpresa porque este lugar es más remoto con escasa población humana y actividades de cacería muy reducidas.

En el tercer sitio se encontraron seis jaguares, en este lugar se pudo ver que
muchos cazadores entran ilegalmente por la desembocadura del Tiputini en el río Napo para cazar animales en abundancia dentro del PNY, cuya carne se vende en ciudades como Coca o recintos como Pompeya. En el último lugar se hallaron nueve jaguares.
Lamentablemente, actividades como la tala ilegal, la apertura de carreteras y la extracción petrolera con tecnología poco adecuada amenazan la integridad de los bosques en el Oriente. El escenario para la conservación del jaguar en el occidente del país es catastrófico. En esta región se han perdido más del 80% de los bosques usados por los jaguares y lo poco que queda está en forma de pequeños remanentes rodeados por zonas agrícolas.

Hay pozos de exploración por todo lado. No sé para qué se declaró Parque Nacional y zona intangible si lo vamos a destruir, ¿de qué estamos hablando, a qué estamos jugando? Esto es tierra de nadie y si se abre la carretera para la explotación del ITT, nos quedamos sin Yasuní de aquí a unos pocos años.

La explotación excesiva de las especies de animales que constituyen el alimento natural del jaguar es otra de las amenazas. La Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre ha reportado que en un solo mercado a las afueras del PNY se venden de 13.000 a 14.000 kilogramos de carne de monte al año, que proviene casi en su totalidad del área protegida.

A ello se suma la persecución y exterminio de esta especie por ganaderos que buscan proteger a sus animales, mientras otros son cazados por personas que buscan obtener su piel, colmillos o garras.

De no tomarse medidas adecuadas para proteger a este felino, es muy probable que en pocos años el jaguar desaparezca totalmente de esta zona.

En el trabajo se logró la participación de las comunidades huaorani y el contacto con ellos ayudó a recolectar información de cuánta carne de monte se extrae del bosque y el uso que se le da.

Pero lograr involucrar a todos en la necesidad de conservar la selva resulta una tarea difícil por la división provocada por las empresas petroleras que regalan casas, carros o dinero a cambio de ingresar a la zona para abrir trochas y excavar pozos en busca de petróleo.

Pese a todo se logró formar un grupo de seis jóvenes huaoranis a quienes se capacitó en técnicas para monitorear la fauna silvestre y despertar el interés por la conservación en las comunidades locales”.
El biólogo Santiago Espinoza inspecciona una de las trampas-cámaras utilizadas para rastrear a los jaguares.
Más datos: Estudio
Fotografías
Recolectar las fotografías del jaguar no fue tarea fácil en el clima húmedo y caliente de la Amazonía, sin electricidad, comunicación, ni agua potable. Con lluvias frecuentes en el día o la noche en medio de gran variedad de mosquitos, hormigas y garrapatas. De las 80 trampa-cámaras, más de la mitad se dañaron.

Cita en México
La alarmante situación del jaguar convocó a especialistas de trece países a una reunión en México, en noviembre pasado, donde se resolvió hacer un llamado a los gobiernos de los diferentes países de Latinoamérica para que se comprometan a invertir esfuerzos para conservar a este animal.

Cifras: Espacio
1’700.000
Hectáreas. Es el total de la extensión del Parque Nacional Yasuní y el adyacente territorio huaorani parte del ecosistema de los jaguares. Por ello es el área protegida del país con mayor potencial para conservar esta especie.

jueves, 28 de enero de 2010

Comenzó la reforestación en el bosque Cerro Blanco

Alumnos de colegios participaron en la reforestación.
La participación fue más de la esperada. Decenas de estudiantes, amas de casa, agrónomos, ingenieros en informática, entre otros profesionales acudieron el viernes pasado al llamado de directivos de a Fundación Probosque para participar en la jornada de siembra de árboles en Cerro Blanco.

“Los interesados eran tantos que lamentablemente debimos cerrar las participaciones por cuestiones de logística para movilizarlos a la montaña”, cuenta emocionada Tania Ríos, miembro de Probosque, fundación que tiene a cargo el cuidado del bosque protegido Cerro Blanco, donde ese día comenzó el plan anual de reforestación.

En el primer día de siembra se invitó a la ciudadanía con el fin de crear conciencia sobre la importancia de sembrar árboles y de proteger el ambiente.

Tras la bienvenida a cargo del director de la Fundación, Eric Horstman, los asistentes participaron en charlas sobre técnicas de producción de plantas en el vivero forestal y aspectos generales del proceso de restauración forestal en el bosque protegido.

Un recorrido con los grupos por el vivero forestal ubicado en las faldas de la montaña precedió al trasladado a la montaña, donde previamente se habían colocado las plantas listas para la siembra.
Plantas de diversas especies fueron sembradas por ciudadanos que participaron en el inicio del plan de reforestación.
Al final de la jornada los voluntarios con el apoyo de técnicos lograron sembrar más de dos mil árboles.

La siembra marcó el inicio del plan anual de reforestación que continuará durante el invierno, periodo durante el cual se prevé la plantación de 90 mil plantas en un espacio equivalente a 90 hectáreas.

Amarillo, fernansánchez, laurel blanco y negro, guayacán, guachapelí, pechiche, jaboncillo, ceibo macho, pijío, bálsamo, colorado, samán forman parte de las 35 especies de plantas nativas que se ha previsto sembrar dentro de las 6.078 hectáreas que tiene Cerro Blanco a fin de devolver al bosque su estado natural.

Horstman destacó la importancia de especies como el pijío, que son fuente de alimento y anidación del papagayo de Guayaquil, ave símbolo de la ciudad y declarada en peligro de extinción.

El proyecto de reforestación comenzó en 1993 y desde ese año hasta la fecha se han sembrado unos 180 mil árboles.

Este plan, que es auspiciado por la organización inglesa World Land Trust, tiene por meta reforestar 600 hectáreas en Cerro Blanco hasta el 2011.

miércoles, 27 de enero de 2010

Futuro incierto para reinserción y la reproducción de pichón Yanita

El pichón Yanita.
Ternura es lo que se siente en las palabras de quienes hablan de Yanita (nombre quichua que significa negrita). Pese a su largo pico, su oscuro color y sus 6,5 kilogramos de peso, el pequeño cóndor hembra se ha ganado el cariño de los trabajadores del Parque Cóndor y los miembros de la Policía Ambiental de Ibarra.

“Es una bebé muy linda”, comenta la policía Geovanna Cadena, quien participó en el rescate del pichón el 28 de marzo pasado, en una población en las faldas del volcán Imbabura.

Hasta ahora se manejan dos hipótesis sobre este hallazgo, según Luz María Fuentes, vocera del Parque Cóndor. Una es que el pichón, que tiene entre cuatro y seis meses de edad, fue sacado de su nido para comercializar sus plumas y su carne; aunque también es probable que haya salido de su nido a buscar comida. “Tal vez sus padres no hallaron alimento cerca y él por el hambre intentó volar, pero cayó por ser muy pequeño aún”, indica.

Tras ser rescatada, Yanita fue llevada al Parque Cóndor, donde los exámenes determinaron que tiene leves lesiones en sus alas y un bajo peso para su edad, el cual debería ser de 9 kilos. “Está recuperándose en cuarentena con vitaminas, antiparasitarios y medicamentos antipulgas. Ha reaccionando muy bien y esperamos que sobreviva para que un día pueda reproducirse”, expresa la vocera.

Sin embargo, el que Yanita pueda ser madre y contribuir con la continuidad de su especie no depende solo de su recuperación. El iniciar un proceso de reinserción para ella está condicionado por las posibilidades que tenga de hallar un área natural para sobrevivir.

“Con la destrucción de la zona andina nada nos garantiza que al liberar las aves estas puedan encontrar un lugar para habitar, donde haya suficiente comida”, refiere Fuentes. Ante ello, Parque Cóndor está trabajando con la organización Ecofondo en un proyecto para hacer un estudio nacional que evalúe las zonas de hábitat de esta especie. Mientras tanto, Yanita y los otros tres cóndores que hay en el parque (Uri, Andrés y Pacha) deberán permanecer en cautiverio.

martes, 26 de enero de 2010

Ave embajadora del Ecuador, en crisis por destrucción de hábitat

El dios Inti lo escogió de entre todos los animales como su mensajero renovador para que atraviese el arco iris y, bajo la sombra de sus alas, lleve a los muertos hacia el otro lado de los cielos, purificando así la madre tierra. Este relato inca sobre el cóndor andino, el ave voladora más grande del mundo, no es una simple leyenda.

El apu kuntur (nombre en quichua) se ganó el título de sanador de la Pacha Mama entre las comunidades andinas por su forma de alimentarse con animales muertos que hallan en los suelos y que, de otra forma, contaminarían los ecosistemas.

Sin embargo, esta ave -que es la embajadora del Ecuador como símbolo emblemático en el escudo nacional y que también habita en Chile, Perú, Venezuela y Argentina- está en grave peligro de extinción. En el último censo realizado sobre esta especie, en el 2002, se hallaron solo 70 cóndores a nivel nacional, cuando en 1999 se habían registrado 100.

Este año, un nuevo censo de campo apunta a la disminución de esta especie en al menos el 60%, según lo estima Patricio Meza, coordinador del estudio, que auspician las organizaciones ambientales Simbioe y Peregrine Fund. Meza señala que hasta ahora se han contabilizado 27 cóndores en 30 puntos visitados en el norte del país. “Nos falta visitar la mitad sur del Ecuador, pero ahí existen menos probabilidades de hallar estas aves porque es donde hay más haciendas, sembríos, es decir, menos espacio silvestre”, explica el ecologista, quien indica que “en el mejor de los casos” tal vez se podrían encontrar 27 más.

La caza del animal para vender sus plumas o para consumir su carne es una de las causas del declive de esta especie, indica Meza. No obstante, afirma que la mayor amenaza tiene que ver con la destrucción de su hábitat natural, por la expansión de la frontera agrícola.

“Los agricultores van deforestando cada vez más zonas y espantando a los animales para que no dañen sus cosechas, entonces, el cóndor se queda sin espacio y comida”, coincide Luz María Fuentes, vocera del Parque Cóndor, ubicado sobre la colina del Pucará de Curiloma (Otavalo-Imbabura). Agrega que por el temor que esta ave genera, los campesinos envenenan el alimento de los cóndores o les disparan. “Este es un mito porque el cóndor es un ave carroñera”, refiere.
OTAVALO, Imbabura. La cetrería se practica en el Parque Cóndor con aves rapaces como esta águila.
Por ello, el Parque Cóndor, fundado hace cuatro años, tiene varios proyectos para fomentar la conservación del cóndor. Una de ellas es la cetrería, que promueve el acercamiento entre los visitantes y estos animales. “No es que domesticamos las aves, sino que con las que ya no tienen posibilidades de reinsertarse, el cetrero las entrena para que hagan exhibiciones de vuelo libre y regresen a su puño. Así, el público se da cuenta de que estas especies pueden volar cerca de nosotros y no producen ningún daño”, manifiesta Fuentes.

Señala, además, que existe un programa que funciona con cooperación belga, para formar la primera red de minivoluntarios para la conservación. Este plan consiste en instruir a niños sobre la importancia de las aves rapaces para el equilibrio de los ecosistemas. “Se hacen talleres, sobre todo con chicos de las comunidades andinas más altas, donde habita el cóndor, para que si ven el ave ya no se asusten y le tiren piedras”, indica.

No obstante, tanto este plan como el que dirige Patricio Meza necesitan el respaldo del Ministerio de Ambiente para formar una campaña nacional de conservación de esta emblemática ave, que incluya la creación de áreas protegidas y el monitoreo de los cóndores entre los guardaparques e investigadores de los diferentes centros de rescate animal.
Paso a paso: Vida del cóndor
1. Incubación
Los cóndores ponen un solo huevo cada dos años. El periodo de incubación de este es de 57 días.

2. Plumaje
El pichón es alimentado por sus padres y está cubierto de un plumón que mudará a plumas a los seis meses.

3. Primeros vuelos
A esa edad, el pichón comienza sus primeros vuelos junto con sus padres, que lo acompañarán durante un año.

4. Independencia
Al año y medio de edad el cóndor se separa de sus padres y se integra en la población local.

5. Pareja
A los 9 años el cóndor alcanza su edad reproductiva y buscará una única pareja con la que compartirá su vida, que puede durar 85 años.

lunes, 25 de enero de 2010

Aves Rapaces: Nuestro Patrimonio Natural

Solo educándonos sobre estas bellas aves podremos salvarlas.

Lo están matando. El cóndor andino (Vultur gryphus), animal que siempre ha sido un símbolo de libertad, fuerza y valor, un ícono representativo de nuestro país, está en alto peligro de extinción. A esta formidable ave se le juntan a la lista de especies amenazadas otras que también son importantes para la ecología del país, como el águila harpía (Harpia harpya) y el águila andina (Oroaetus isidori).

Cóndor andino
En el pasado, el cóndor era un ave respetada y venerada por todas las comunidades indígenas, en especial por su vuelo alto y majestuoso. Sus alas pueden llegar a tener hasta tres metros de envergadura y aprovechando las corrientes de aire caliente vuela hasta media hora sin aletear.

Con el tiempo, la población humana creció y la desinformación hizo pensar que esta noble ave representaba un peligro tanto para las personas como para el ganado. Sin embargo, por ser ave carroñera, es decir, que come animales muertos, esta rapaz no tiene fuerza suficiente en las patas para agarrar o matar a otros seres vivos.

Esta nube de ignorancia ha provocado que, incluso, ahora existan iniciativas para quitar al cóndor del escudo nacional.

Águila andina
Guerra injusta a un símbolo
El hombre “civilizado” comenzó a cazar y envenenar a la que es actualmente el ave voladora más grande del mundo. Sumado a eso, la deforestación, que provoca la rápida pérdida de su hábitat, y su baja tasa reproductiva de un huevo cada dos años han puesto al cóndor en una situación crítica que impacta en la ecología de los Andes. ¿La razón? El cóndor limpia el hábitat de animales muertos que pueden resultar dañinos para la salud de otros seres vivos.

Por suerte hay proyectos que buscan preservar las aves rapaces, como el Fortalecimiento del Censo Nacional del Cóndor Andino y el Programa de Conservación del Águila Harpía en Ecuador. Este último es financiado por la corporación colombiana Ecofondo y no solo busca monitorear a las águilas harpías, sino que también investiga a otras rapaces, como la rarísima águila andina.

Estas iniciativas buscan entender mejor la situación numérica de estas aves, para así investigar formas de ayudarlas, por ejemplo, a través del uso de rastreadores satelitales, algo que todavía falta en nuestro país.

En el 2001 apenas quedaban 70 ejemplares de cóndores andinos y ahora el número puede ser menor, lo cual es casi trágico porque se necesitan por lo menos 200 para tener probabilidades de que la especie sobreviva.

Águila harpía
Dura realidad de otras rapaces
Ruth Muñiz, directora del programa para proteger a las harpías, dice que estimar el número de nidos de esa águila es muy difícil, porque si bien una pareja de esas aves en el Oriente puede cubrir hasta 5.000 hectáreas, su adaptabilidad a otros hábitats y la destrucción de estos hacen complicado un censo adecuado. A pesar de todo, Muñiz y su grupo de trabajo encontraron un nido de águila harpía en Esmeraldas, cuando ya se pensaba que no existía en la Costa ecuatoriana.

Las águilas harpías ponen un huevo cada tres años y las probabilidades de que los polluelos lleguen a adultos son del 70%. Son las águilas más grandes del mundo, tienen las garras más largas y fuertes que las demás (doce centímetros), y se alimentan de mamíferos de tamaño medio como monos, osos perezosos y roedores que pueden ser perjudiciales para las cosechas. La harpía domina la cadena alimenticia, es decir, que ninguna especie las caza. Sin embargo, el humano ha provocado que tristemente, al igual que en el caso del cóndor, esta ave tenga cada vez menos espacio.

Muñiz enfatiza que para que el proceso de conservación de estas especies sea efectivo, se necesita la participación de todos y que haya más educación ambiental, para que la gente aprenda a apreciarlas y comprenda que no solamente son buenas para la ecología, sino que también constituyen el símbolo de nuestro espíritu ecuatoriano.

El grupo de trabajo que monitorea nidos de águila harpía en Ecuador es liderado por Ruth Muñiz (centro), miembro de Simbioe (Quito).
Por amor a los animales
No todo está perdido para los animales del Ecuador. Organizaciones sin fines de lucro como Simbioe (Sociedad para la Investigación y Monitoreo de la Biodiversidad Ecuatoriana), presidida por Paúl Tufiño, son las que se encargan de tratar de mejorar la situación de los animales de nuestro país. En el caso de Simbioe, tiene en sus manos varios proyectos como el denominado Kuntur, programa para el monitoreo de los cóndores que llevan a cabo Luis Tonato, Patricio Meza y Hernán Vargas, mientras que el programa para la conservación del águila harpía lo dirige Ruth Muñiz, una española radicada en Quito desde hace muchos años.

Lina Santacruz se encarga de la divulgación y educación ambiental. Según Simbioe
, parte básica de su visión es “lograr a través de la educación a la comunidad nuevas ideologías en favor de la conservación”. Solo con la educación de las comunidades se puede hacer el proceso de conservación completo. Sin la educación, la gente ha hecho y puede seguir haciendo malas decisiones que terminan perjudicando a estas especies en peligro de extinción. Los que quieran aportar a esta causa y unirse al programa de voluntarios pueden Contacta a:Corporación SIMBIOE Telf:2905 346. Quito - Ecuador

Fuentes: Ruth Muñiz López, Patricio Meza Salto, Paola Rodríguez y Luis Tonato Quiroga, miembros de Simbioe.
Fuente: La Revista

sábado, 23 de enero de 2010

Vida silvestre en Galápagos, personajes que hacen historia

Las fragatas son maestras en maniobras aéreas y vuelos rápidos.
Desde Las Encantadas
Paula Tagle

Una camada de piqueros patas azules y su lucha por el sustento diario frente a amenazas vecinas.

Actores: dos piqueros patas azules sin patas azules, una hembra patas azules con patas púrpura, una fragata macho con el buche semi-inflado, una fragata juvenil de la que desconocemos sexo puesto que aún no ha llegado a su madurez sexual.

Espectadores: doce personas que promedian una edad de sesenta años, de nacionalidad norteamericana, y una guía naturalista que baja la media de edad del grupo en proporción interesante, de nacionalidad ecuatoriana (es decir, yo).

Escenario: segunda playa de Punta Suárez, atrás de la señal que dice “stop”, en una planicie inundable en marea alta, rodeada de rocas maravillosamente negras y brillantes.

Sonido: berrinche de pequeños lobos que exigen ser amamantados por sus madres, o por cualquier hembra que se descuide, sumado al rugir de olas que chocan con fuerza contra los guijarros del lado sur de la península. De vez en cuando se escucha un coro de ostreros americanos que anidan en alguna playa cercana.

¿Historia? Pues me sorprendo de poder armarla casi a la perfección. No es que sea adivina, pero una vez visto lo que puede ocurrir con estos actores en tal escenario, se tiene la certeza de que la historia se repite siempre porque así es la vida, la de verdad, la silvestre, donde se es o presa o depredador, donde se nace, se reproduce y se muere, sin demasiado alboroto o crisis existencial. Es decir, en el mundo no humano, esta historia es la de cada día. Antes de que ocurriera, fui capaz de recrear el cuento, para que inmediatamente después, ante la sorpresa de mis pasajeros y tal cual en película de Hollywood, mis palabras cobraran forma en el escenario de la vida misma.

Los piqueros patas azules son juveniles, que apenas han aprendido a volar, pero aún dependen de sus padres. El más intrépido se acerca a la hembra patas azules de patas púrpura (porque la tonalidad de azul varía de individuo en individuo). El pequeño piquero parece conocer bien a esta hembra, porque con toda confianza, que luego se convierte en agresividad, le picotea el buche, la persigue, la acosa intensamente. No cabe duda de que esta hembra es su madre. Tiene las pupilas grandes y en lugar de silbar, como hacen los machos, grazna. Es una hembra.

El otro piquero intenta imitar al primero, por tanto deduzco que debe ser su hermano, o hermana, porque es imposible determinar el sexo de un piquero juvenil, además los piqueros pueden poner hasta tres huevos, y en buenos años criar a los tres polluelos. Si hubo un tercero, ya sus hermanos se encargaron de desplazarlo del nido hace rato; tal vez lo picotearon hasta desangrarlo o se treparon sobre él cuando llegaban los padres con alimento, impidiéndole comer, de tal forma que el más joven (porque para ser el más indefenso debió ser el último en eclosionar) pudo perecer de inanición.

Alimentando a los pequeños
En fin, ahora son dos piqueros que hostigan a su madre. El acoso parece ser necesario para motivar el regurgite. Ella, cautelosa, mira en todas direcciones, se aleja de los jovenzuelos, de vez en cuando los reprende. De pronto agita las alas y despega. Se ha ido; los jóvenes piqueros se quejan brevemente hasta que exhaustos deciden acercarse a una roca que les provee sombra, y callan. Yo sé que la hembra va a regresar. Les digo a mis pasajeros que esperen.

Efectivamente, cinco minutos después, vuelve la hembra piquero patas azules de patas púrpura provocando otra vez el guirigay de los juveniles. En esta ocasión, sin alharacas, expone rápidamente su buche; entonces, el más intrépido salta sobre ella e introduce su propio pico para alimentarse.

Surgido de la nada, aparece un pirata del aire, la fragata, que en segundos maniobra en el espacio para robar del mismo buche de la madre el pez que ella había guardado para su descendencia. Un pedazo se le cae al suelo, los dos pequeños piqueros se abalanzan sobre los restos, pero la fragata macho de buche semi-inflado es más rápida y con su pico en forma de gancho lo retoma en segundos.

Sin embargo, la fragata de cabeza blanca, el juvenil del que desconocemos sexo, arrancha velozmente el pedazo del mismo pico de la fragata macho. Apenas alcanza a arrebatarlo cuando vuelve a caer al suelo. La hembra piquero se abalanza, el piquero más intrépido grazna, el otro observa impávido y hambriento. Delante de todos, la fragata macho reaparece de la nada y atrapa lo que queda del pescado, para desaparecer con la misma rapidez con la que ha llegado.

Reina el silencio. Horas de trabajo zambulléndose en lo profundo no han servido de nada. La hembra piquero patas azules de patas púrpura despega y retorna al océano, a empezar todo otra vez, a buscar ojones o sardinas para comer ella y para sus jovencitos que cada vez exigen más, aunque ya no por mucho más tiempo, están casi listos para irse del nido.

Uno de los piqueros patas azules sin patas azules vuelve a buscar sombra tras la piedra, el otro encuentra una ramita con la que juguetea. Mis pasajeros no pueden creer que todo sea tan simple, que quede allí, sin reflexiones mayores, sin conclusiones trascendentales. Fuimos testigos de un simple episodio en la vida de criaturas silvestres.

Pintura de: Graciela Legarda Brückmann, tomada del blog Colofón

Fuente: La Revista

viernes, 22 de enero de 2010

La ‘Mama’ Tungurahua seduce al turista

Redacción Sierra Centro
ambato@elcomercio.com
Fotos EL COMERCIO
Las explosiones y los bramidos son un gancho para los visitantes. A diario se realizan viajes a los miradores, en ‘chivas’. Está activado un plan para proteger a los turistas que visitan el cantón.

Por las noches, el Tungurahua expulsa bloques anaranjados. La incandescencia ilumina el cráter. Luego se escuchan estruendos. Los bramidos son intensos.

“Esto es un espectáculo. Es grandioso, es único”, decía emocionado el polaco Sergio Pallwak, mientras miraba al volcán desde el sector Bellavista, cerca de la comuna Runtún.

Este lugar es uno los seis miradores que existen en Baños. Los otros son Los ojos del volcán, Pondoa, Lligua, La Virgen y la Casa del árbol.

En este cantón, ubicado a 40 minutos de Ambato, las emisiones de ceniza y bloques incandescentes atraen a turistas nacionales y extranjeros.

Se estima que desde que se inició la reactivación, el pasado 1 de enero, hasta ayer, más de 1 000 personas subieron a los miradores. 60 operadoras ofrecen viajar a estos lugares, donde los caminos son sinuosos.

En Bellavista hay pocos árboles. En la noche del miércoles, se podía mirar las estrellas. No había bruma. Pallwak, de 27 años, gritó “apaguen esos celulares”.

Él llegó a Baños, el lunes, con sus compañeros de universidad. Viajaron atraídos por el espectáculo natural que ofrece el volcán.

El guía Luis Córdova, en su ‘chiva’ Mocambo, recogió a él y a su grupo, a las 21:00, para llevarlos al mirador. Otros 25 pasajeros se subieron al carro pintado de azul, verde y amarillo, en el camino.

Miguel Egas es otro turista que viajó de Guayaquil. Escogió Baños para su despedida de soltero. Como parte de su fiesta, él y sus amigos fueron a ver al volcán.

Consumió más de una canela, una bebida caliente que se prepara con azúcar, té de hierbas y un poco de licor. “La farra que se arma es buena. El Tungurahua es un atractivo hermoso”.

En la ‘chiva’ también viajaron Jorge Albú y su esposa, Solange Aguilera. Mientras visitaban a la madre de Albú, en Tena, se enteraron que el volcán se reactivó.

Ellos viven desde hace 10 años en Estados Unidos. “Hemos visto este fenómeno natural en la televisión. Por eso vinimos lo más pronto acá para admirar al Tungurahua de cerca”.

La pareja se enteró de estos viajes por Internet. A través de anuncios en varias páginas se detalla el costo de cada ‘tour’.

A diario se realizan tres viajes a los miradores. Los tours son a las 18:00, 21:00 y 23:00.

En cada uno lleva a 30 personas. El costo es de USD 3. Para mirar el volcán, algunos turistas pernoctan en los miradores.

Las operadoras cobran USD 50. El valor incluye comida, carpas, ‘sleepings’ y transporte.

Uno de los lugares más buscados para pasar la noche es la Casa del árbol, a 5 km del sector Bellavista. Este mirador es el más cercano al coloso.

Hay un asadero cubierto con techo de zinc. En un árbol de motilón, de 17 m de alto, hay una pequeña casa de madera.

En sus ramas cuelgan dos columpios. Carlos Sánchez, el propietario, dijo que a diario llega un promedio de 80 personas. La entrada no tiene costo.

Enrique Mayorga, director del Departamento de Turismo del Municipio de Baños, señaló que los sábados y domingos el cantón reciben a un promedio de 5 000 personas. De lunes a viernes, llegan unos 2 000 turistas.
“El turismo en los alrededores del volcán es totalmente seguro. Luego de 10 años de actividad del Tungurahua, ya hemos aprendido a convivir con el miedo”.

Los miradores están en lugares altos y alejados de las zonas de riesgo. El Comité de Operaciones de Emergencia de Tungurahua (COE) tiene listo un plan para ayudar a los turistas.

Al parecer, eso le importa poco al polaco Pallwak. Para él, el temor es insignificante frente a la satisfacción de ver un fenómeno natural incomparable. “Yo viviría feliz aquí. Me quedaría muchas horas contemplando al volcán”.
Otras opciones

En Baños también se puede practicar canoping, rafting, ciclismo de montaña… Hay varios sitios para estos deportes.Otro atractivo del cantón son las aguas termales. Son curativas. La farra por las noches es otra alternativa para el turista.

Las carreteras que comunican a Baños con los miradores son lastradas. Hay buena señalización en todo el trayecto.

En este cantón hay 130 lugares para hospedarse. El hospedaje cuesta entre USD 5 y 200.

No deje de visitar la iglesia de la Virgen de Agua Santa de Baños. Allí están ilustrados los milagros de la santa.

Para mirar al Tungurahua hay que contratar guías. Existen zonas que son inseguras.

Las melcochas son el dulce típico de Baños. En los restaurantes se ofrece comida nacional.

Lleve mascarilla

Para ir a los miradores debe llevar ropa cómoda y abrigada. También se recomienda llevar agua y galletas.

Hasta el momento no se ha registrado caída de ceniza en Baños. Sin embargo, por seguridad, lleve una mascarilla.

En Baños hay 14 ‘chivas’. Cada una ofrece tres viajes diarios a los miradores para mirar al volcán.

Fuente:

LinkWithin

Blog Widget by LinkWithin