viernes, 24 de septiembre de 2010

Educación integrada

Fotos De Los Grados Y Cursos

Desde Las Encantadas
Paula Tagle
nalutagle@eluniverso.com
En una sociedad conformada por gente de todo el mundo y del país, que se gana la vida de diversas maneras, los conceptos de desarrollo varían inmensamente; es difícil llegar a un consenso”.
Mi abuela, Isabel Herrería, fue pedagoga, de formación y de corazón. Con ella aprendí a leer y solamente ella celebró mi primer (y único) rojo, porque desestimaba las notas, los rígidos deberes; creía en aprender jugando y explorando, sin imposiciones.

¡Cómo le habría gustado conocer la Escuela Tomás de Berlanga! Con aulas incrustadas en un bosque nativo de las islas Galápagos, con niños corriendo en libertad, y clases llenas de color y pequeños de todos los colores también.

Se trata de una escuela privada piloto creada y financiada por la Fundación Scalesia desde 1994. La escuela busca identificar un modelo que pueda compartirse con otras instituciones educacionales en Galápagos, uno que integre las estructuras tradicionales con un nuevo currículo y metodología que refleje la realidad de estos estudiantes que viven en un Patrimonio Natural de la Humanidad.

Reyna Oleas, directora ad honórem de la fundación, nos guía por el bosque, que es la escuela misma.

Tomás de Berlanga tiene 134 niños que reflejan la diversidad de Galápagos, de cada estrato de la sociedad isleña; cerca del 50% cuenta con algún tipo de beca. La infraestructura es muy básica, porque el 80% de su presupuesto se destina a contratar los mejores educadores.

“La educación ambiental no se aprende en una clase especifica, se trata de crear valores”, dice Reyna “si no tienes respeto por quien está a tu lado, no lo puedes sentir por la naturaleza tampoco. Nosotros enseñamos de una manera práctica, trabajando en la resolución de conflictos con cosas de la vida diaria. Y somos coherentes con los valores que queremos inculcar. Si se trata del lunch, por ejemplo, que los niños sepan qué están comiendo y de dónde viene. Si es la clase de arte, que utilicen materiales reciclados”.

Junto a nosotros pasa un niño ciego, con su mochila al hombro y una gran sonrisa. “Creemos en la inclusión, es una manera de enseñar valores. Los niños aprenden a ser solidarios, respetuosos, responsables”.
Letrero de la fundación donde se señala la escuela privada piloto
creada y financiada por la Fundación Scalesia desde 1994
Galápagos tiene la más alta concentración de PHD’s en América del Sur, y sin embargo apenas el 10% de los estudiantes de las islas elige seguir una carrera universitaria. La Escuela se propone que los jóvenes opten por la educación superior.

En una sociedad conformada por gente de todo el mundo y del país, que se gana la vida de diversas maneras, los conceptos de desarrollo varían inmensamente; es difícil llegar a un consenso. Pero de igual manera, muchas de las decisiones en Galápagos se toman de la forma más democrática. La escuela se propone educar a los niños para que tengan una cosmovisión global, que sean capaces de llegar a resoluciones de común acuerdo.

“Proporcionamos una educación integrada. Por ejemplo, en la clase de computación los estudiantes han creado la página de internet para seguir la vida de Sebastián y Carolina, dos tortugas gigantes. En Galápagos la vida es regida por la ciencia; a través de ella sabemos dónde se pesca y dónde no, qué se puede visitar y qué no. Por eso es importante que los niños entiendan lo que es hacer ciencia, que no le teman, que sea parte de sus vidas, porque de hecho, lo es”.

Y vuelvo a recordar a mi abuela y me lleno otra vez de optimismo por un ser humano nuevo, crítico y tomador de decisiones. Mayor información: www.fundacionscalesia.com

Fuente: La Revista Guayaquil, Ecuador

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