El arácnido nos recibe al ingreso del bosque de La Esperanza, en el cantón General Elizalde, mejor conocido como Bucay, recinto silvestre a 170 metros de altura cuyas posibilidades turísticas son poco conocidas por los habitantes de Guayaquil, quienes menos aún saben que allí respira un saludable bosque protegido atravesado por las vertientes que nacen de las siete cascadas que agitan la zona con su tierno estruendo.
Tras una charla instructiva de seguridad, el descenso comienza junto a una de las cristalinas vertientes para diez metros después enfrentar una curva que intimida al inicio a dos de las ciclistas, pero que luego se recuperan para adentrarse alegremente en un camino de tierra que descubre escenarios sembrados de montañas de verde intenso, tímidas neblinas y erguidas plantaciones de plátano.
Una hora y media dura este recorrido que cumple estaciones en una finquita con un trapiche para moler caña de azúcar y otras en las límpidas vertientes para probar moras silvestres, aunque también cumplimos improvisadas paradas para atender a dos ciclistas que resbalaron en la ruta (el botiquín estuvo listo para aliviar pequeños raspones en las rodillas).
Con el entusiasmo intacto nos dirigimos luego a la hacienda San Rafael (2.420 hectáreas), en donde los turistas suelen disfrutar del almuerzo para luego cumplir un paseo que me permitió cambiar las dos ruedas de la bicicleta por las cuatro largas patas de Caponero, un caballo color caoba mezcla de paso peruano y criollo que parecía más bueno que el pan y más tranquilo que una fotografía, claro que también demostró obediencia para enrumbar sin ningún reparo hacia una cercana plantación de bambú.
Tal escenario misterioso estilo Señor de los Anillos bien merece varios disparos de cualquier cámara de fotos, la cual seguramente también debería utilizarse sin descanso durante esa cabalgata por los caminos lastrados que atraviesan esta finca que antes era propiedad de la azucarera Valdez, hoy también parte del Consorcio Nobis.
Los caballos permiten un acercamiento emotivo al ambiente rural que se respira en el Mundo San Rafael, que posee además un lago asediado por garzas color nieve.
Tarifas sin IVA: Bicicleta, $ 25; caballos, $ 17 y $ 5 niños; descenso de cascadas (canyoning), $ 20; transporte desde Guayaquil, $ 120 (once personas). Mundo San Rafael abre los sábados y domingos, y opera de lunes a viernes solo con reserva previa.
Sin embargo, siempre se recomienda reservar al 228-8006, 09-875- 1587,lavellan@pronobis.com.ec.
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