FOTO: ALEJANDRO REINOSO / El Telégrafo
El tamaño de la nueva especie no supera los 19 milímetros en la hembra y los 13 en el macho.
La especie habita en la cordillera del Cóndor y es el vertebrado más pequeño del Ecuador.
Su tamaño no supera los 19 milímetros, su vientre es casi translúcido, posee un iris de color rojo intenso y habita en la cordillera del Cóndor. Esas son las características principales del vertebrado más pequeño del Ecuador, descubierto por científicos de la Universidad Católica de Quito.
El nombre científico del pequeño anfibio es Pristimantis minimus, que también significa “la rana más pequeña de las montañas”, habita en hojas, en zonas de bosques cuya altura está entre 1.200 y 1.400 metros sobre el nivel del mar, explica Juan Manuel Guayasamín, director del proyecto.
Inicialmente, Guayasamín junto a su compañera de trabajo, Andrea Terán, pensaron que se trataba de una especie en etapa juvenil, esto se descartó cuando a través de un estudio acerca de su estructura ósea se determinó que sus características son iguales a las de cualquier rana.
Su proceso de reproducción es terrestre, la hembra puede poner hasta cinco huevos, seguramente por su tamaño, de los cuales nacerán las crías con su forma original, es decir que no atraviesan por la fase de renacuajos.
La zona en donde fueron encontradas estas ranas es San Miguel de las Orquídeas, en la cuenca alta del Río Nangaritza, en Zamora Chinchipe, una de las de mayor diversidad y menos explorada del Ecuador.
Luis Suárez, director ejecutivo de Conservación Internacional, asegura que además se encontró otra especie de anfibio que al momento está sometida a estudio, que pueden representar la única población sana.
“Las ranas tienden a desarrollar un hongo en la piel, muchas veces por el cambio climático, que termina por matarlas; en esta población no se detectó la enfermedad”, señala.
En ese sentido, Suárez explica que el nuevo anfibio será una importante herramienta, incluso, para investigar acerca de ese mal.
Este hallazgo, como el del Pristimantis minimus, son una representación de la riqueza natural que existe en el país que debe ser descubierta e investigada.
En cuanto al rol ecológico es el mismo que el del resto de anfibios y comen insectos, pero al mismo tiempo hay muchos otros animales que se alimentan de ranas, especialmente por el tamaño que tienen estas.
Pese a que la especie aún no ha sido censada, no estaría en peligro de extinción por causas naturales, ya que en la zona donde se encontraron se evidenció una población abundante del anfibio, indica Guayasamín; sin embargo, advierte de otros factores de riesgo, como la explotación minera.
“La amenaza viene de las modificaciones causadas por el ser humano”, enfatiza.
Esto porque los habitantes de la zona se dedican a la agricultura y el cuidado del ganado, para lo cual deben talar bosques, afectando de esta manera el hábitat de esta y otras especies.
En un segundo aspecto, dice Guayasamín, estaría la actividad minera, “si se decide iniciar con la explotación de cobre y oro en el país, significaría grandes modificaciones en zonas que aún son aisladas”.
Suárez manifiesta que las autoridades nacionales, las comunidades aledañas y gobiernos locales tienen un rol fundamental. “Saben que esta zona es importante, entonces la pregunta es: ¿cómo los municipios se comprometerán a protegerla y que reciba un grado de protección mayor?”.
Guayasamín coincide con este criterio y asegura que el futuro de ese sector está en manos de las prioridades que establezcan las comunidades, “cuando se les consulte deberán pesar si es más importante la calidad del agua y la biodiversidad que la extracción minera y los réditos económicos que se pueden dar”.
Frente a este panorama, el biólogo insiste en que tanto el Estado como los mismos ciudadanos deben considerar la importancia de estos espacios, “en cada ecosistema hay animales y plantas con un potencial uso para los seres humanos”.
Por tal razón, es importante invertir en ese campo porque se trata de un recurso renovable e ilimitado, contrario a la extracción petrolera, minera y otros, opina.
En este caso, la Secretaría Nacional de Ciencia y Tecnología, Senacyt, financió el 90% de la investigación y destinó 1'800.000 dólares que son entregados en tres pagos anuales no reembolsables que iniciaron en noviembre del 2008 y se extenderán hasta noviembre del 2011.
El monto asignado cubrirá lo relacionado a la compra de equipos de logística, laboratorios para la descripción de especies, así como su estudio molecular y genético, entre otros; creación de una base bioinformática que servirá para la toma de decisiones y generación de conocimientos, explica Juan Carlos Moreno, analista de proyectos de la entidad.
El objetivo es extraer información de nuevas especies, así como de las ya conocidas para crear un banco informativo que permita un mejor manejo y conservación de áreas sensibles, pero también divulgar nacional e internacionalmente los avances que se dan en ese campo.
Este es uno de los 68 proyectos que al momento se encuentra apoyando la Secretaría luego de la convocatoria lanzada en el 2008 y el rubro para este proyecto representa el 4% del total de inversión, que es de 60 millones de dólares.
Los fondos que deberán ser utilizados en un plazo de tres años se deberán destinar para dar continuidad a los estudios, indica Moreno, quien manifiesta que hasta el momento los resultados obtenidos justifican la inversión.
El financiamiento es posible luego de la firma de un convenio en donde las partes se comprometan a cumplir con los objetivos, caso contrario, la Senacyt se reserva el derecho de detener los pagos.
La zona en donde fueron encontradas estas ranas es San Miguel de las Orquídeas, en la cuenca alta del Río Nangaritza, en Zamora Chinchipe, una de las de mayor diversidad y menos explorada del Ecuador.
Luis Suárez, director ejecutivo de Conservación Internacional, asegura que además se encontró otra especie de anfibio que al momento está sometida a estudio, que pueden representar la única población sana.
“Las ranas tienden a desarrollar un hongo en la piel, muchas veces por el cambio climático, que termina por matarlas; en esta población no se detectó la enfermedad”, señala.
En ese sentido, Suárez explica que el nuevo anfibio será una importante herramienta, incluso, para investigar acerca de ese mal.
Este hallazgo, como el del Pristimantis minimus, son una representación de la riqueza natural que existe en el país que debe ser descubierta e investigada.
En cuanto al rol ecológico es el mismo que el del resto de anfibios y comen insectos, pero al mismo tiempo hay muchos otros animales que se alimentan de ranas, especialmente por el tamaño que tienen estas.
Pese a que la especie aún no ha sido censada, no estaría en peligro de extinción por causas naturales, ya que en la zona donde se encontraron se evidenció una población abundante del anfibio, indica Guayasamín; sin embargo, advierte de otros factores de riesgo, como la explotación minera.
“La amenaza viene de las modificaciones causadas por el ser humano”, enfatiza.
Esto porque los habitantes de la zona se dedican a la agricultura y el cuidado del ganado, para lo cual deben talar bosques, afectando de esta manera el hábitat de esta y otras especies.
En un segundo aspecto, dice Guayasamín, estaría la actividad minera, “si se decide iniciar con la explotación de cobre y oro en el país, significaría grandes modificaciones en zonas que aún son aisladas”.
Suárez manifiesta que las autoridades nacionales, las comunidades aledañas y gobiernos locales tienen un rol fundamental. “Saben que esta zona es importante, entonces la pregunta es: ¿cómo los municipios se comprometerán a protegerla y que reciba un grado de protección mayor?”.
Guayasamín coincide con este criterio y asegura que el futuro de ese sector está en manos de las prioridades que establezcan las comunidades, “cuando se les consulte deberán pesar si es más importante la calidad del agua y la biodiversidad que la extracción minera y los réditos económicos que se pueden dar”.
Frente a este panorama, el biólogo insiste en que tanto el Estado como los mismos ciudadanos deben considerar la importancia de estos espacios, “en cada ecosistema hay animales y plantas con un potencial uso para los seres humanos”.
Por tal razón, es importante invertir en ese campo porque se trata de un recurso renovable e ilimitado, contrario a la extracción petrolera, minera y otros, opina.
En este caso, la Secretaría Nacional de Ciencia y Tecnología, Senacyt, financió el 90% de la investigación y destinó 1'800.000 dólares que son entregados en tres pagos anuales no reembolsables que iniciaron en noviembre del 2008 y se extenderán hasta noviembre del 2011.
El monto asignado cubrirá lo relacionado a la compra de equipos de logística, laboratorios para la descripción de especies, así como su estudio molecular y genético, entre otros; creación de una base bioinformática que servirá para la toma de decisiones y generación de conocimientos, explica Juan Carlos Moreno, analista de proyectos de la entidad.
El objetivo es extraer información de nuevas especies, así como de las ya conocidas para crear un banco informativo que permita un mejor manejo y conservación de áreas sensibles, pero también divulgar nacional e internacionalmente los avances que se dan en ese campo.
Este es uno de los 68 proyectos que al momento se encuentra apoyando la Secretaría luego de la convocatoria lanzada en el 2008 y el rubro para este proyecto representa el 4% del total de inversión, que es de 60 millones de dólares.
Los fondos que deberán ser utilizados en un plazo de tres años se deberán destinar para dar continuidad a los estudios, indica Moreno, quien manifiesta que hasta el momento los resultados obtenidos justifican la inversión.
El financiamiento es posible luego de la firma de un convenio en donde las partes se comprometan a cumplir con los objetivos, caso contrario, la Senacyt se reserva el derecho de detener los pagos.
Guayasamín sostiene que de este nuevo anuro aún no se conoce lo suficiente, por lo que se deberá continuar con la investigación de esta especie que hasta el momento es endémica; así como de otras descubiertas en la misma expedición.
Los fondos para los proyectos provienen del 0,44% del Producto Interno Bruto.
Los fondos para los proyectos provienen del 0,44% del Producto Interno Bruto.
ANTECEDENTES
En Ecuador hay más de 400 especies de anfibios, de las cuales el 40% está en peligro de extinción.
La última investigación que se realizó en la cordillera del Cóndor fue en 1999, en esa ocasión se encontró una nueva especie de ratón marsupial.
La cordillera del Cóndor tiene una extensión de más de 1.1 millones de hectáreas que se extiende 150 kilómetros en Ecuador y Perú.
Al norte, en 200 mil hectáreas, hay una comunidad Shuar con aproximadamente 10 mil habitantes, mientras que en las 300 mil hectáreas al sur el bosque primario está intacto en un 90%.
Descubren especies en Ecuador Multimedia Diario el Telégrafo
Fuente: El Telégrafo
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