domingo, 6 de septiembre de 2009

Orígenes y curiosidades de los números, uno a uno

Escrito por Sergio Parra



Las matemáticas ponen las cosas en su justo sitio, desafiando las intuiciones o los prejuicios más atávicos. Las matemáticas constituyen el objetivismo y la frialdad por antonomasia. Los números son las sílabas de un lenguaje esclarecedor, las rimas del poema del discernimiento, el código con el que universo ha cifrado todas sus claves.

Por eso, desde Genciencia vamos a celebrar una fiesta con los números, publicando una serie de artículos en los que daremos significado a cada número, uno a uno, hablando de sus orígenes o de curiosidades relacionadas con ellos.

Empecemos.

La invención de las cifras es anterior a la de la escritura. Pero el sistema de numeración actual ha necesitado 3.500 años de historia. Y es que ya lo decía Pitágoras: “El número es la esencia de todas las cosas”.

El ser humano posee un sistema innato para la enumeración que no se basa en las palabras y que permite representar las cantidades y llevar cabo simples tareas de cálculo, y eso se da en todas las culturas del planeta, según una investigación del Instituto Cognitivo de la Neurociencia en la Escuela Universitaria de Londres.

Así pues, a pesar de excepciones extrañas como una tribu de indígenas que habita el corazón de Australia, los Wapiri, que posee una palabra para decir “uno” y nada más, siendo lo demás “muchos”, lo cierto es que los niños Wapiri tienen la misma capacidad de un niño corriente para comparar cantidades.

No importa que no usen los números para decir las horas o que usen canciones para determinar distancias entre lugares, o que respondan “muchos” si preguntas a un hombre cuántos hijos tiene. Ello se debe a una particularidad lingüística, nada más. Sus cerebros son tan matemáticos como los nuestros.

Pero vamos a olvidarnos de los Wapiri y volamos a los números. Es más, empecemos por el primer número y vayamos ascendiendo, al igual que en un programa de Barrio Sésamo:

0: Aunque encabeza la lista, el número 0 no es el primer número inventado. El cero apareció por primera vez en Babilonia en el siglo III a. C., pero no fue hasta mucho después que se usó normalmente. Junto con el 1, sin embargo, se ha convertido en la base del sistema numérico binario, el nuevo lenguaje universal gracias al cual ahora mismo me podéis leer en las pantallas de vuestros ordenadores.

1: Fue el primer número de la historia. Matemáticamente es único por muchas razones: al multiplicarlo por cualquier otro número, no varía. Si se divide por él mismo, queda 1. El 1 es tanto el primer término como el segundo de la sucesión de Fibonacci. El siguiente término de la sucesión es el 2. En muchas culturas el 1 se representa mediante un punto o un trazo (horizontal, vertical o más o menos sinuoso).

2: Es el único número primo par. Es un número simétrico en el reino animal. Dos brazos, dos ojos, dos piernas. Es el valor que tiene la constante n del teorema de Fermat. Es el primer número primo. Es el único número primo par, ya que los otros pares son múltiplos de 2 (no son primos).

3: El primer número primo impar. Un número natural es divisible entre tres si la suma de sus dígitos es divisible entre tres. Por ejemplo, el número 21 es divisible entre 3 (3 veces 7) y la suma de sus digitos es 2 + 1 = 3. Está vinculado a las dimensiones (altura, anchura y profundidad). En el antiguo Egipto, se agrupaba a los dioses en tríadas. Para localizar un punto en un plano se necesitan 3 puntos de referencia. En muchas culturas el 3 se representa mediante tres puntos, como en el caso de la numeración maya, o mediante tres trazos (horizontales o verticales).

4: Es el primer número compuesto, siendo sus divisores propios el 1, el 2 y sí mismo. Como la suma de sus divisores es 3 <>

6: es igual a la suma de sus divisores (6=1+2+3), característica que comparte con el número 28, lo cual lo convierte en el primer número perfecto. Es el factorial de 3, ya que 6 = 3 × 2 × 1. Es el número atómico del carbono.

7: en numerología equivale a la perfección. Es el número más citado en el Apocalipsis. Siete maravillas de la Antigüedad. El bushido posee siete virtudes, el código de honor de los guerreros japoneses de los siete cielos. Los marinos y piratas cruzaban los siete mares. Te elevas al séptimo cielo cuando pruebas una delicatessen. Dios hizo el mundo en siete días. Roma se fundó sobre siete colinas. Los pecados capitales son siete. Blancanieves siempre andaba con siete enanitos.

10: lo llaman el “tetrakto divino”, por ser suma de los primeros cuatro enteros. Una representación triangular del número diez se interpreta como un símbolo sagrado. Es la base del sistema de numeración decimal y del sistema métrico.

11: es el primer número capicúa y el menor número primo escrito usando solamente la cifra 1.

12: Fue una de las primeras bases de numeración de la historia. Los babilonios lo adoptaron por su facilidad en las divisiones. Aún se usa en las medidas de tiempo. 12 meses, 24 horas (2×12 horas), 1 hora son 12 minutos multiplicados por 5.

17: al igual que el 13, está asociado a la desgracia en muchas culturas. La suma de cifras de su cubo da como resultado el mismo número.

23: los axiomas de Euclides, los grados de inclinación de la Tierra. Es un factorial primo, 4! – 1, un número primo de Sophie Germain, y un número primo de Woodall.

El 23 también es un número que obsesiona a mucha gente por gentileza del escritor William Burroughs (como ya demostró el estreno de una película reciente de Jim Carrey precisamente titulada El número 23). La historia de esta obsesión es la siguiente: Burroughs conoció en un ferry a un tal capitán Clark, que le contó a Burroughs que navegar de una orilla a otra había sido su ocupación durante 23 años y que nunca había tenido un accidente. Ese mismo día el ferry naufragó muriendo él y todos los ocupantes. Esa misma noche, Burroughs oyó por la radio que un avión que volaba de Nueva York a Miami se había estrellado. El capitán del avión se apellidaba Clark y el vuelo era el número 23. Desde entonces, Burroughs incorporaría un personaje llamado capitán Clark en todas sus novelas sus novelas, un personaje relacionado con la fatalidad y que tenía por obsesión el investigar el enigma del número 23.

Y es que los defensores de la importancia de este número dicen que es un número que tenemos marcado dentro de nuestro cuerpo, porque los humanos poseemos 23 vértebras, porque nuestro ADN está dividido en 23 pares de cromosomas (y el par número 23 define el sexo), porque la misma cadena de ADN de un giro completo cada 23 unidades de medida (angstroms), porque la sangre tarda 23 segundos en recorrer nuestro cuerpo.

60: base numérica de los sumerios. Todavía la conservamos en la medición horaria y en los ángulos geométricos. También es un número con más divisores que cada uno de los divisores de todos sus divisores. El origen de la popularidad del número 60 debe buscarse en que es el resultado de multiplicar 5 por 12. Ya desde la antigüedad el 12 era un número importante,resultante de las veces que la Luna da la vuelta a la Tierra en un año. Por su parte, el 5 era igualmente importante, ya que corresponde a los dedos de una mano, que los pueblos primitivos utilizaban para contar.

77: Es la suma de los ocho primeros números primos: 77 = 2 + 3 + 5 + 7 + 11 + 13 + 17 + 19. Es el número atómico del iridio (Ir). Hay una Red de satélites artificiales de comunicaciones que se llama Iridium porque inicialmente se pensó en que serían 77 satélites.

100: Es un número octadecagonal. Es un número compuesto, que tiene los siguientes factores propios: 1, 2, 4, 5, 10, 20, 25 y 50. Como la suma de sus factores es 117 > 100, se trata de un número abundante. Es el número de cabezas del dragón Ladon, que custodiaba el jardín de las Hespérides, lleno de manzanas de oro. Según la tradición judía, cada día mueren cien demonios. El número de divisiones de la mayoría de las divisas del mundo. Por ejemplo, un euro se divide en 100 céntimos, una libra esterlina en 100 peniques, un dólar en 100 centavos…

153: es la suma de sus dígitos elevados al cubo. Es un número de gran importancia bíblica: Simón Pedro atrapó 153 peces en su red, y la red no se rajó, según el Evangelio de Juan.

666: aunque el número de la Bestia es probablemente el 616, aún hay muchos ignorantes exégetas que continúan atribuyéndolo al 666. Corresponde a la suma de los cuadrados de los primeros siete números primos. También es la suma de los números de la ruleta.

Vía | La vida de los números de Piergiorgio M. Sandri

Fuente: Genciencia

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