Un recorrido por una faceta de las Islas Galápagos que es parte de las aventuras turísticas.
Obviamente quien vaya a Santa Cruz visitará la estación Charles Darwin, la parte alta en busca de tortugas gigantes, los Gemelos y por último sus dos playas más bellas: Tortuga Bay y el Garrapatero. Los días allá son extenuantes, especialmente durante los meses en los que la corriente de El Niño nos visita desde el norte. Por eso hay que saber también qué hacer por las noches de calor, dejar a un lado el ecoturismo y salir al “farra-turismo” galapagueño.
Siempre recomiendo a quienes van a visitar Galápagos, que hay que ir preparados con un presupuesto abultado. ¿Por qué? Porque será el viaje de sus vidas, y que ir a una isla nomás no es conocer Galápagos. Hay que invertir y darse cuenta de que cada isla es algo diferente y tiene algo o muchas cosas que las diferencian de las demás.
Pero, si no tenemos la fortuna de contar con un groso presupuesto, no queda otra más que disfrutar de todo lo que nos pueda ofrecer la isla a la que aterricemos; que por lo general serán Santa Cruz (vía Baltra) o San Cristóbal. ¡Lo cual no es nada malo en absoluto!
A diferencia de las ciudades de Ecuador continental, Puerto Ayora goza de un ambiente más relajado y playero. Por eso, el primer tip: si va a salir de noche, recuerde que está al lado del mar. Ropa holgada para el calor, zapatillas, short o bermudas. Obviamente, billetera también. Si pueden, dejen en el hotel su celular: No lo van a necesitar.
Si ha tenido un largo día de caminatas y madrugada lo mejor que puede hacer al terminar la tarde es una siesta. Después de eso, comienza la gira: un bar. Hay un par de recomendaciones para quienes quieren empezar suave o quieren que la noche entera mantenga ese ritmo.
Opciones y más opciones
El bar del Hotel Solymar tiene un ambiente muy distendido. Está al lado del mar, con una vista espectacular de Academy Bay. Está de espaldas a la caída del sol, pero se pueden disfrutar los colores del atardecer en las construcciones del otro lado de la bahía. Tiene una buena carta de cocteles “endémicos” y lo demás que se puede esperar en un bar: un caipirinha o incluso algo menos común como un Tom Collins. El buen ánimo de los bar tenders se contagia y la música que se escucha no deja que se despegue de ese ambiente playero. Tanto así que regresa al día siguiente.
The Rock es un bar-restaurante ubicado frente a la Capitanía. Es como un “pub playero”. El nombre alude al nombre con que los soldados estadounidenses llamaban a la isla de Baltra durante la Segunda Guerra Mundial.
Si no han cenado todavía pueden aprovechar y hacerlo aquí. Un cafecito viene bien con la cena, para despegarse la modorra de encima y luego subir las revoluciones con cocteles o algún vino. Igualmente, el happy hour al final de la tarde ayuda mucho si su bolsillo no es tan profundo. Nota muy importante: se puede visitar este lugar a la mañana siguiente, a partir de las 07:30, para matar el chuchaqui con un “cebiche peruano con biela”.
Este bar está frecuentado más por turistas extranjeros o quienes quieren ver algún partido en la tele y están muy lejos de casa (500 millas náuticas, por lo menos). También van todos los que quieren “concretar” con alguien, porque como me dijo alguien de la casa: para ‘levantar acá’, ya tienes que ser de otro nivel, es muy difícil.
Si estamos con ánimos más movidos, un buen lugar para pasar la noche es Bunga, en las calles Isla Plazas y Tomas de Bel. A pesar de que se siente todavía esa atmósfera de bar relajado, eso puede variar mucho de un momento a otro, porque una cosa muy particular acá es que cualquiera puede cambiar la música. De estar siendo torturado por los lamentos de Maná, a una onda más isleña como Gondwana o incluso hacer que todos se levanten de la silla con alguna salsa vieja. Es un buen lugar para celebrar con amigos o incluso buscar una buena conversación con Adicho o George, los duros del lugar.
Luego de servirte un Gin Tonic Manaba (caña con Sprite), el cual me rejuraron que no me iba a causar chuchaqui alguno, me contaban que ahí se reúne gente de todas las condiciones, sobre todo si buscaban un perfil bajo, pero divertido. Curiosamente estas parejas llegan, conversan y luego se van con otros. Según George, como un buen barman me cuenta que generalmente lo buscan para llorarle sus penas, conversar o simplemente disfrutar de la caña manaba. Aparentemente es la bebida oficial de Galápagos, porque en todo lugar te la ofrecen.
Regresando a la av. Charles Darwin, si se tiene suerte, su visita puede coincidir con algún festival, o celebración importante. Pueden ser las fiestas de canonización o algún festival étnico. Por ejemplo, Galápagos es una mezcla de gente de todas partes: cholos, montubios, mestizos, salasacas, extranjeros, etc. (en la variedad está el gusto); y a mí me tocó celebrar el Festival Cultural Indígena Runakay. No voy a ahondar en el tema de que es, pero solo sé que es muy divertido. Mucha música, mucho baile y mucha más música. Sobre todo, la presentación del grupo Samay. Ahí, de paso, pueden hacer conocer mucha gente local, de todas las edades y origen; lo cual trae sus beneficios (como verán más adelante en la nota).
La gente también es todo
En la avenida Darwin todo se convierte en una lotería. Pueden hallar un bar interesante, hacer conversación con cualquier persona, para hacer alguna compra de última hora o ver cosas tan raras como un gusanito de feria paseando por la calle.
Si están con ganas de ir a un sitio más ruidoso, Limón y Café es el lugar. Una barra, grava en el piso, una minipista de baile, varias butacas y eso es todo. Música bailable y un público muy ecléctico. Probablemente se encontrarán a gente que durante el día les atendió en algún tour, en tu hotel o algún restaurante en un estado de alegría tremenda. Lo cual es bueno, porque le harán compañía mientras estés ahí, sobre todo si están solos.
Para rematar la noche, los lugares ideales son La Panga y el Bongo, ubicados en la av. Darwin (si, casi todo está ahí). El Bongo es más tipo bar, pero no es nada raro encontrar a gente bailando hasta sobre los muebles. La música que desfilará por tus oídos cubre desde Omega, Pitbull (y con quienquiera que esté cantando), LMFAO y alguna buena salsa también. Aquí podrá estar en contacto con locales, continentales y extranjeros provenientes del mundo.
En el local de abajo, La Panga es lo que se podría considerar netamente una discoteca. La misma música que en el Bongo, pero con un ambiente más prendido. Lo que más se ve en manos del público es una botella de cerveza y obviamente sus efectos. Todos son más cariñosos y todos son amigos de todos. Si bien la máquina de humo trabaja excesivamente, es lo de menos. El ambiente es tan festivo que es fácil perderse en esa onda.
Si hicieron amigos locales, una buena alternativa es ir a casa de alguno de ellos como si fuese un after. Tener un “snack” de madrugada o seguir tomando ya en un ambiente más tranquilo y hogareño. A lo mejor un plato de espagueti a las 03:00 no cae mal. Pero puede ser que no hayan conocido a nadie y usted y su grupo quieran ir a la respectiva carretilla. Para eso hay dos buenas opciones: La Madrina y Las Delicias.
Después de pasear por todos esos lugares y suponiendo que bebieron en cada uno de ellos, a pesar de haber tomado el Gin Tonic Manaba de Bunga, probablemente terminen con chuchaqui. Para eso, a las 07:30 una parada obligatoria es El Descanso del Guía, frente al muelle principal, para desayunar un bolón con café.
Para no olvidar: Cerveza: $ 3 (en promedio) Covers: Solo en la Panga los viernes y sábados, $ 7 para los hombres. Carretillas para comer en la madrugada: La Madrina, a media cuadra de La Panga, y Las Delicias, al lado del Mercado Municipal. Ecoturismo nocturno: En la laguna Las Ninfas el avistamiento de estrellas si el cielo está despejado y con luna nueva. Bartenders: Son bien generosos en Santa Cruz, así que no es muy probable que se queje al respecto, pero ojo, si tienes baja tolerancia al trago, uno y te puedes ir al piso. Guaque: Garza nocturna de cresta amarilla. ¡No se asusten si la ven por la calle!