Desde Las Encantadas
Paula Tagle
nalutagle@eluniverso.com
“El clima de Galápagos está determinado por las corrientes marinas que lo bañan. Visitantes del mundo entero se sorprenden que en pleno Ecuador deban sumergirse con wet suits de al menos 3 mm de espesor”.
El viento sopla del Sur, con fuerza, a tal punto que hay que cancelar kayaks. Nos refugiamos a la vuelta de bahía Bucanero, donde protegidos por la pared de escoria volcánica podemos ofrecer buceo de superficie. La gente empieza a saltar al agua y por las mismas retorna al bote. Está simplemente helada.
En Tagus, al oeste, y apenas un día atrás, la temperatura era tres grados centígrados más baja, estaba en 16 Celsius. Y se supone que por estas épocas el mar debería empezar a calentarse.
El clima de Galápagos está determinado por las corrientes marinas que lo bañan. Visitantes del mundo entero se sorprenden de que en pleno Ecuador deban sumergirse con wet suits (traje acuático) de al menos 3 mm de espesor. Ellos quieren calorcito caribeño, vienen por soles tropicales y arrecifes de colores. Y aunque al principio puede ser chocante, la decepción se transforma en agradable sorpresa; gracias a estas condiciones únicas, hay especies de diferentes hemisferios, conviviendo en plena mitad del mundo.
Entre mayo y diciembre viene del Sur la corriente de Humboldt, con aguas ricas en nutrientes, de bajas temperaturas, que vuelven felices a pingüinos, lobos y piqueros. Entre diciembre y mayo tenemos la influencia de un flujo de agua caliente, el flujo de Panamá, que aumenta la temperatura en varios grados y, con ello, empiezan las lluvias y el calor, y las criaturas terrestres hacen su fiesta, con semillas, flores e insectos, se dedican al cortejo y la reproducción.
Del Oeste, de manera constante, nos llega la corriente submarina de Cromwell; muy profunda, al toparse con la plataforma de Galápagos, aflora a la superficie convirtiendo las zonas donde emerge en sitios de alta productividad marina.
Los ciclos se repiten año tras año. Pero de vez en cuando hay eventos donde todo funciona al revés. Llegan El Niño/La Niña - Oscilación del Sur (ENSO) con intervalos de dos a siete años, y que pueden durar de nueve meses hasta dos años. Se reporta un Niño/Niña, cuando las temperaturas de la superficie del mar son más calientes (o frías) al menos en 0.5°C que el promedio de temperatura.
Si dura de siete a nueve meses se conoce como “condiciones de Niño/Niña”, pero si persiste hablamos entonces de un “episodio Niño/Niña”.
Este año las aguas son bastante frías comparadas con el promedio normal, y los vientos alisios del Sur mucho más intensos; se trata de un “anti-Niño/a”, que viene acompañado de sequías en la costa oeste de América y en Galápagos.
A mí me encantan “las Niñas”, porque hay abundante comida para peces, pingüinos, ballenas. Las criaturas que dependen del mar viven su mejor momento, y sobre todo mi cuerpo pierde varias calorías al nadar en aguas a 18°C.
Tanto Niño como Niña son eventos naturales que han ocurrido por miles de años. La gran interrogante es si es que el cambio climático, producido por el hombre, ha influido en el nuevo patrón de las últimas décadas: los Niños más largos e intensos, y las Niñas menos frecuentes.
Habrá que seguir haciendo observaciones, creando modelos, y de paso, para prevenir cualquier catástrofe climática, controlar las emisiones de CO2 y las acciones que alteran el clima de nuestro planeta. Por el momento aquellos que planean una inminente visita a las islas, empaquen wet suits y chompas, que la NOAA predice que La Niña continuará durante varios meses del nuevo año.
¡Feliz año de productividad marina para las islas!