jueves, 24 de marzo de 2011

Aguas calientes

Piscinas de la Virgen (Baños, Tungurahua) opera en el día y en las noches.

Regalo de la tierra

El territorio ecuatoriano está salpicado de diversos manantiales de aguas termales que proporcionan salud y entretenimiento. Aquí algunas opciones.

Baños, Tungurahua
A tres horas al sur de Quito, Baños de Agua Santa cuenta con cinco complejos municipales: piscinas de la Virgen (en el centro, junto a la cascada de la Virgen, operan también en la noche), Modernas (junto a la anterior, en la calle Martínez), El Salado (zona de El Salado), Santa Ana (a la salida de Baños hacia Puyo) y Santa Clara (de agua mineral, llamada El Cangrejo, al final de la calle Santa Clara), las cuales reciben a nacionales (fines de semana) y extranjeros (especialmente entre semana, en las tardes y noches).
Informes: (03) 274-0483.

Hostería Durán
Baños, AZUAY
Ubicada a 8 kilómetros al suroeste de la capital azuaya, la parroquia de Baños posee vertientes subterráneas ubicadas a lo largo de una falla volcánica de más de 10 kilómetros de longitud. El agua en estado natural es de tipo “hipotermal” y emerge a la superficie a una temperatura de 78 °C (la temperatura más alta en el Ecuador). Balnearios y hosterías locales someten al agua a un proceso de enfriamiento (hasta los 38 °C o 40 °C) y canalización para llevarla hasta sus termas, piscinas y baños turcos.
Informes: Hostería Durán (07) 289-2485; H. Rodas (07) 289-2161.

Termas de Papallacta.
Papallacta, NAPO
Termas de Papallacta está a orillas del río Papallacta, donde opera con nueve piscinas termales y tres de agua fría, un hotel, un spa y un dispensario médico especializado en termalismo. La riqueza hidrotermal de Papallacta se debe a su ubicación entre los volcanes Cayambe y Antisana. La temperatura de las piscinas fluctúa entre 36 °C y 40 °C. Sus aguas son sulfatadas, sódicas, cálcicas, cloruradas y ligeramente magnésicas, las cuales tienen fama por sus cualidades para mejorar la función intestinal, también como desinflamatorias, diuréticas, antirreumáticas y sedantes.
Informes: (02) 256-8989, 250-4787.

Chachimbiro, Imbabura
Termas Hostería Chachimbiro, a 50 minutos de Ibarra u Otavalo, es una empresa comunitaria que beneficia a poblaciones del cantón Urcuquí. Posee cinco piscinas termales para adultos con toboganes, área infantil con piscina, restaurante, bar con karaoke y sala de juegos. El área termo-spa cuenta con sauna, baños turcos naturales, jacuzzi natural, tinas de hidroterapia e hidromasajes con chorros de agua termal y dos piscinas termales.
Informes: (06) 292-3633, 264-8064.

Baños de San Vicente está a una hora y media de Guayaquil.
San Vicente, Santa Elena
Sus tres piscinas de aguas termales y una poza natural con lodo volcánico componen el principal atractivo de este centro turístico ubicado en el kilómetro 119 de la vía a Salinas.
El complejo promociona sus propiedades medicinales y terapéuticas para el reumatismo, lesiones musculares afecciones respiratorias y del oído, arteriosclerosis y perturbaciones del sistema nervioso.
Informes: (04) 253-5100.
Fuente: La Revista Guayaquil, Ecuador

viernes, 18 de marzo de 2011

Sitio histórico


Ubicado en la isla Isabela, la caleta de Tagus fue favorita de piratas y balleneros, de allí la tradición que se ha mantenido desde aquella época: la inscripción de los nombres de embarcaciones en piedras.

Desde Las Encantadas 
Paula Tagle 
nalutagle@eluniverso.com

Caleta Tagus

“Nunca entendí por qué el interés por saber quiénes habían sido los bárbaros capaces de trepar esos montes pretendiendo alcanzar la inmortalidad pintando sus nombres sobre la piedra. Poco a poco no me tocó más que aprender también la historia de los grafitis”.

Tenía pavor a Caleta Tagus en mis primeras salidas de guianza. El sendero, en época de calor, era una sauna húmeda y viscosa. La vista del lago Darwin siempre divina, pero cada guía tenía su propia versión sobre la formación del mismo, por lo que los pasajeros terminaban mirándome con cara de sospecha, como si les hubiera contado una geológica mentira. 

Se veían pinzones, de picos que yo aún no sabía reconocer, y que por tanto intentaba espantar discretamente antes de que los turistas preguntaran la especie. Y las plantas, todas secas, todas iguales para mis ojos no entrenados en seres vivientes, sino más bien en rocas y pliegues.

Luego estaban los grafitis. Nunca entendí por qué el interés por saber quiénes habían sido los bárbaros capaces de trepar esos montes pretendiendo alcanzar la inmortalidad pintando sus nombres sobre la piedra. Poco a poco no me tocó más que aprender también la historia de los grafitis, ya que todos preguntaban, y con el tiempo, incluso llegué a disfrutar de compartir anécdotas como la de Dove, un velero que llegó a Isabela en 1970, con un joven que se convertiría en el primero en dar la vuelta al mundo solo y a vela.

También está el grafito de Lucette, 1972, un barco que fuera atacado por algún tipo de ballena al oeste de Fernandina, hundiéndose por completo en sesenta segundos; iban a bordo un granjero escocés, su esposa y tres hijos, a más de un joven que se les había colado en el último trayecto. Los seis lograron sobrevivir treinta y siete días a la deriva en apenas una balsa salvavidas y una lanchita anexa. Douglas Robertson publicaría su aventura como Vida o muerte en la mar, y existe incluso una película.

Estuve en Tagus otra vez, y ese antiguo sentimiento de desamparo me abordó brevemente; pero en segundos mis ojos ya estaban extasiándose de la belleza y tranquilidad de esta caleta donde anclara Darwin en 1835. A lo largo de la toba de caprichosas formas estaban los amigos lobos y cuatro nidos de cormoranes.

Había montones de pingüinos, por lo menos veinte, nadando por aquí o asoleándose por allá, varios juveniles, lo que es buen signo para una población que enfrenta la extinción. No existen más de 1.400 individuos en el mundo, ya que el pingüino de Galápagos es único a las islas.

A las 17:50, todos los piqueros de patas azules del área decidieron volar. Venían de volcán Beagle, de la orilla, de la lava costera, venían del sur y seguían, muy resueltos, hacia el norte. Nos abrimos con la embarcación Zodiac a investigar su destino, pero solo alcanzamos a divisar esta larga línea de criaturas aladas con alguna desconocida urgencia de llegar a algún desconocido lugar.

Los colores de la roca al atardecer, el mar tranquilo como espejo, los piqueros imparables, pingüinos en abundancia, la historia de tantos que han navegado estas aguas, en fin, qué maravilla volver a Caleta Tagus después de un montón de años.
Fuente: La Revista Guayaquil, Ecuador

viernes, 11 de marzo de 2011

Paraíso volcánico

Desde Las Encantadas 
Punta Pitt está ubicada en el extremo este de la isla San Cristóbal. Es un conjunto de conos volcánicos erosionados.
Desde Las Encantadas 
Paula Tagle 
nalutagle@eluniverso.com

Punta Pitt

“Viví el sitio con el asombro de ojos nuevos, de una experiencia inaugural; porque hace muchos años que no visitaba el lugar, porque los planetas hoy estaban correctamente alineados...”.

Estoy feliz, enamorada, con la frescura de una primera vez; mi cara iluminada por esa sonrisa abobada y dulce de quien ha dado su primer beso, sintiéndome dueña del mundo, capaz de conquistar cualquier cumbre en nombre del amor, de mi amor. Alfonsina Storni escribiría “rosas, rosas a mis manos crecen, mi amante besóme las manos, y en ellas, oh gracia, nacieron rosas como estrellas”.

Y yo digo que rosas crecen en mi alma porque el viento desbordado de Punta Pitt y sus olas rompiendo en acantilados de árida locura las han hecho florecer. Amo Galápagos como si fuera mi primera vez en estas islas; cada lobo que he visto, cada iguana marina me hizo saltar de emoción, al punto de que el pobre panguero tuviera que frenar la embarcación Zodiac en repetidas ocasiones pensando que nos íbamos contra una piedra.

Viví Punta Pitt con el asombro de ojos nuevos, de una experiencia inaugural, porque hace muchos años que no visitaba el lugar, porque los planetas hoy estaban correctamente alineados, por la espuma alborotada de la costa, quién sabe qué extrañas confabuladas coincidencias acontecieron en el Sistema Solar, pero hoy fue poesía, dulce, simple, presente poesía.

El cerro Pitt, o para ser precisos, la formación de toba (tipo de roca volcánica) en coordenadas 0.43° sur y 89.14° oeste, al noreste de la isla San Cristóbal, es sencillamente majestuosa. No hay volcán de ceniza volcánica tan zigzagueante y gigantesco en estas islas, una montaña tocando el mar, de capas café amarillentas. Es cierto que los chivos han tenido un impacto terrible en el paisaje.

No se observa mucha vegetación, apenas las plantillas de verde perenne, Lecocarpus (del grupo de los girasoles) aferradas a las paredes de los escarpados abismos, los únicos lugares donde los chivos no han podido llegar. Sin embargo, hoy no quiero hablar de problemas, que el Parque Nacional ya se está ocupando de la erradicación de especies introducidas por lo que un día Punta Pitt será como antes de la llegada del hombre, y ahora, gracias al hombre.

Hoy quiero celebrar la vida, la belleza en su esencia más vital, pura y plena. Hoy vi piqueros patas rojas, de ambos morfotipos, el blanco y el café, anidando en los escasos arbustos de los barrancos de caleta Andrés. Hoy abrí mis brazos al viento, con la ingenuidad con que lo hiciera hace ya muchos años, para jugar a ser árbol. Los extendí confiando que algún piquero patas rojas juvenil vendría a posarse sobre ellos. Vi fragatas magníficas, machos de buche inflado, hembras y juveniles en el islote Juan.

Un adulto agarraba por la cola a un pájaro tropical, que conocedor de la debilidad de las fragatas, el agua, se zambulló inmediatamente en el azul. Las gaviotas de cola bifurcada chillaban de contento, o de miedo, ante esta fragata frustrada sobrevolando sus nidos.

Los colores turquesa de aguas someras y de fondo arenoso contrastaban con los oscuros de mayores profundidades a lo largo del despeñadero. Y otra vez la montaña, solemne, sometida al viento, y aun, bien parada junto al mar, que la acaricia a veces con dulzura, a veces con violencia, pero siempre ahí, fiel, a su lado, por siglos ya transcurridos y siglos por venir. Hoy estoy enamorada y quiero gritarlo a los cuatro vientos. 
Fuente: La Revista Guayaquil, Ecuador

viernes, 4 de marzo de 2011

5 Lugares para el ecoturismo

Estudiantes de la Escuela Superior Politécnica visitaron la Reserva Faunística Cuyabeno, en la provincia de Sucumbíos.

Recorridos por ríos armonizados con el trinar de millares de aves, de ruidosas colonias de loros multicolores, del eco de manadas de monos; acompañados de la presencia de delfines rosados, manatíes, caimanes en medio de árboles gigantes.

La zona es una de las áreas protegidas ecoturísticas más visitadas del país, en sus 603.380 kilómetros cuadrados de superficie. Alberga más de 550 especies diferentes de aves: 60 especies de orquídeas; más de 350 especies de peces; una gran variedad de reptiles como las anacondas, caimanes y tortugas de río. Además de 12.000 especies de plantas. Y muchas especies de mamíferos, incluyendo el increíble tapir.

Se trata de la Reserva Faunística Cuyabeno creada como zona protegida el 20 de noviembre 1979. De clima tropical, la zona cubre la mayor parte oriental de la provincia de Sucumbíos hasta la frontera con el Perú y es una de las opciones de destino ecoturístico para los amantes de la naturaleza durante el próximo feriado.

El sistema lacustre más visitado son las 14 lagunas de Cuyabeno, interconectadas entre sí y fáciles de confundir cuando se inunda la zona. Los sitios de mayor flujo turístico son las lagunas Grande, Caimancocha, Patococha y la Quebrada de la Hormiga. 

Al sitio se puede llegar a través de Lago Agrio en buses desde Quito que tardan entre 6 y 8 horas, o media de hora de vuelo si es vía aérea. Aquí es necesario coordinar con una operadora de turismo para el traslado a Tarapoa y al puente Cuyabeno, unas dos horas en carro.
La cascada La Chismosa, a 900 metros sobre el nivel del mar, es uno de los múltiples atractivos de Podocarpus, Zamora.
Desde el puente Cuyabeno a la Laguna Grande en canoa se necesitan también unos dos horas y media. El costo de acceso al área protegida es de 2 dólares para mayores de 16 años y 50 centavos para menores a esa edad, personas de la tercera edad y discapacitados, según las tarifas dispuestas por el Ministerio de Ambiente. Aparte, las empresas de turismo fijan costos por recorridos y guías.

Si el deseo es recorrer la montaña, en el Parque Nacional Llanganates la ropa abrigada es necesaria para recorrer las rutas de las 219.707 hectáreas, del área protegida que registra temperaturas según la altitud. 

La zona alberga aproximadamente el 12% de las aves existentes en la parte continental del país; en los páramos y bosques altos andinos se ha identificado el 47,8% de las especies de mamíferos presentes en la zona norte del Ecuador. Además de observación de especies como el oso de anteojos, venado, cervicabra, mono machín, tapir, jaguar, puma, puerco espín, guanta y oso hormiguero.

Un recorrido silencioso es necesario para que sea posible el avistamiento de especies de patos, la gaviota andina, curiquingue, cóndor, congos, pilco real o pollito; y, los colibríes, real, bunga y pico espada.

Declarado como Parque Nacional el 18 de enero de 1996, el área está localizada entre las provincias de Tungurahua, Cotopaxi, Napo y Pastaza.
Para recorrer las rutas de las 219.707 hectáreas del Parque Nacional Llanganates es necesario llevar ropa abrigada.
Otro de los senderos ecológicos es el corredor Llanganates-Sangay que se extiende a lo largo de la cuenca del río Pastaza, desde Baños en un tramo de unos 47 km, donde se encuentra una variedad de flora y fauna endémicas de la zona, además de atractivos turísticos como cascadas y tarabitas.
Esta ruta, también es conocida como el hogar del oso de anteojos y es parte del primer corredor ecológico oficialmente nominado en Ecuador: Llanganates-Sangay, que en el 2005 fue declarado Regalo de la Tierra por la organización internacional World Wildlife Fund.

La zona asimismo posee un sistema lacustre con más de 40 lagunas. A la reserva natural se llega a través de varias rutas de ingreso que parten desde Patate, principalmente desde el sector El Triunfo.

Más lagunas también se encuentran en el Parque Nacional El Cajas, que está ubicado en la provincia del Azuay. 

En sus 28.544 hectáreas alberga más de 235 lagunas, entre las más importantes están Lagartococha, Osohuaycu, Mamamag o Taitachungo, Quinoascocha y La Toreadora.

Las principales zonas de visita son Llaviucu y la de recreación Toreadora, donde existen senderos autoguiados y un refugio de montaña para pernoctar.
Lagunas de Lagartococha, Osohuaycu, Mamamag o Taitachungo, Quinoascocha y La Toreadora, atracciones del Parque El Cajas.
En el sitio se pueden observar con facilidad conejos, patos y truchas. Además existen venados de cola blanca, venados del páramo, curiquingues, tapir andino, gaviotas andinas y otras aves del páramo.

Para quienes prefieren rutas especificas para la observación de aves, reptiles o plantas de la zona es necesario coordinar la visita con un guía a través de las empresa de turismo.

Además del costo de ingreso al área protegida, quienes opten por dormir en el refugio deben cancelar dos dólares adicionales, en el caso de turistas nacionales, y $ 4 para extranjeros. Es necesario llevar una bolsa para dormir. En el lugar también hay restaurante desde las 10:00 hasta las 15:00. 

El clima oscila entre los 2 y 20 grados centígrados por lo tanto, además de ropa abrigada, zapatos deportivos, es necesario bloqueador solar y una gorra. El lugar es de fácil acceso a través de la vía Cuenca Molleturo y el horarios de ingreso es de 8:00 a 16:00 de lunes a domingo.

Si la opción es la zona costera, el Parque Nacional Machalilla, el área protegida más extensa de la costa ecuatoriana, incluye atractivos terrestres y marinos. Senderos dentro del Parque conducen a sitios como Los Frailes o el bosque húmedo de San Sebastián. Para visitar este último lugar son necesarios dos días, lo que implica pernoctar en carpas. Para llegar a este lugar, además de los dos dólares por el ingreso al Parque, el guía cobra $ 30 diarios y otros $ 10 si el traslado es en caballo.
Parque Nacional Machalilla, en Manabí, el área protegida más extensa de la costa, incluye atractivos terrestres y marinos.
En estos bosques es posible observar al mono machín colorado, venado encerado, puercos sahinos, armadillos, cusumbo o cuchucho. Mientras en el área marina está representada principalmente de cetáceos (ballenas y delfines).

Explorar el mar con el buceo y el snorkel es otra de las opciones en el PNM. La Isla de la Plata es una de esas rutas. Operadores turísticos en Puerto López ofrecen el servicio desde $ 30 a $ 40 por visitas que incluyen además del lunch y recorridos por senderos donde se puede observar aves marinas. 

En el área se han registrado 270 especies de aves.

Más aves y en un sitio también cálido se pueden observar en el bosque Bombuscaro del Parque Nacional Podocarpus (PNP), uno de los mayores atractivos del área por la abundante vegetación que lo rodea y entre cuyos senderos están los loros de cuello blanco. 

A este lugar se llega tras una caminata de unos 800 metros, previo un recorrido en vehículo de 6 kilómetros desde la ciudad de Zamora. 

Esa es una de las rutas más visitadas en el PNP, ubicado entre las provincias de Loja y Zamora Chinchipe y con 146.280 hectáreas. Es el área más diversa en avifauna con 629 especies, acogiendo entre su vegetación al 37,5% de plumíferos del país. Mientras, entre los mamíferos se destacan el oso de anteojos, puma, tigrillo, entre otros. 

Por su especial biodiversidad el PNP es parte de la Red Mundial de Reservas de la Biosfera, que integran los principales espacios naturales del planeta.

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