FOTO: CARLOS POZO/ El Telégrafo El vivero es parte de las actividades de conservación que se realizan en el colegio Vicente Anda Aguirre. |
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Reportera Sociedad
Colegio de San Miguel de Los Bancos saca provecho a su entorno con propuesta medioambiental.
A casi dos horas, al noroccidente de Quito está el colegio más grande de la zona, el Vicente Anda Aguirre, en San Miguel de Los Bancos, que forma parte del Grupo de Apoyo Local de Aves y Conservación.
En este plantel cada fin de semana se reúnen sus estudiantes para trabajar y proponer alternativas turísticas de cuidado al medio ambiente. “Por ahí (en el bosque) canta una tangara y otras cuatro especies de aves”, afirma Rolando Hipo, el promotor comunitario de la zona de Mindo, que trabaja con la organización ambientalista y que capacita a los estudiantes en identificación de especies.
Los datos de las prácticas de los estudiantes entran a la base de datos de Aves y Conservación luego de ser verificados
No es extraño ver como en las ramas de los árboles se pasean cientos de aves de colores que le dan matices al verde de los bosques.Una pequeña ave amarilla de pico azul, la tangara, llama la atención con un trino sutil.
El objetivo de su participación es que los estudiantes puedan reconocer las especies del entorno para que las cuiden y que lo hagan con la misma experticia que Hipo; así dan un siguiente paso, que es convertirse en guías turísticos, pero dentro de las áreas verdes del colegio.
“Lo más importante no es solamente que los chicos tengan conciencia de preservación, sino que aprendan a reconocer su espacio”, señala el docente y coordinador del grupo, Peter Cedeño.
Mauricio Rea, estudiante del establecimiento, expresa que para realizar este trabajo (identificar aves) es necesario contar con concentración y práctica, técnicas que se desarrollan paulatinamente. “Al inicio es difícil, pero con el tiempo el oído se va acostumbrando a distinguir los sonidos”, afirma.
El trabajo se dificulta por la riqueza ornitológica del lugar, especialmente porque distintas especies se pueden agrupar en un mismo lugar . “Deben identificarlas solo con el oído para poder contarlas sin que se repitan. Hay algunas que tienen varios tipos de vocalización”, explica Hipo, encargado de preparar a los adolescentes.
Para esto es fundamental que los jóvenes estén en constante recorrido en el medio; el trabajo se realiza fuera del aula, la mayoría del tiempo.
Pese a la dificultad se tienen resultados positivos, “por el empeño que ponen, facilitan el aprendizaje, no les importa madrugar cuando hay que hacer conteo”, dice Cedeño.
La información que recogen los estudiantes es válida para medir la variedad de especies; pero esos datos solo entran a las bases de la entidad Aves y Conservación una vez que hayan sido verificados. “Cuando se sube la información a la página web de la organización, ellos se motivan, ven con orgullo sus crédito; esto para ellos es muy importante”, explica Rolando Hipo.
Foto: Derek Kverno |
Alternativas turísticas
Paka Sayu, un sendero agroturístico, es otro de los atractivos con los que cuenta el colegio. A través de este proyecto se promueve el turismo y se evita la deforestación.
En una hora de recorrido, los visitantes pueden encontrar dos cascadas de hasta 25 metros de caída y un bosque de arazá, además de diversidad de orquídeas y pájaros.
El sendero fue construido entre los alumnos del establecimiento y la colaboración de estudiantes de la Universidad Central del Ecuador.
Foto: Derek Kverno |
Trabajo de reforestación
En un espacio de 40 por 50 metros se encuentra un vivero, al cual se llega luego de pasar un sendero de lodo que tiene gradas hechas con llantas viejas y dos improvisados puentes de bambú.
Allí se encuentran cerca de 8 mil plantas de distinto tipo, entre ornamentales, frutales, medicinales y forestales. Cada estudiante tiene bajo su responsabilidad aproximadamente 200 plantas.
Miguel Güila, uno de los estudiantes responsables del vivero, mezcla con cuidado gallinaza, arena y tierra negra para hacer el abono y enfundar las plantas; a esto se le denomina camas calientes y sirve para vigilar el proceso de crecimiento de las semillas antes de ser plantadas directamente en la tierra.
Para Mauricio Rea trabajar en el vivero es importante, ya que estas plantas servirán para reforestar el medio ambiente y de esta manera evitar la contaminación. “Colocamos solo plantas propias de la localidad para mantener el hábitat” afirma, Elías López, docente coordinador del vivero.
Las semillas se consiguen a través de donaciones y recolección. Las especies más comunes son el marañón, mamey, tangaré, canelo, guayacán, balsa; todas nativas de la zona.
PETER CEDEÑO
Docente del colegio Vicente Anda Aguirre
“Lo más importante no es solamente que los chicos tengan conciencia de preservación, sino que aprendan a reconocer su espacio”
MAURICIO REA
Estudiante del colegio Anda Aguirre
“Al inicio es difícil, pero con el tiempo el oído se va acostumbrando a distinguir los sonidos de los pájaros”
Fotos: Derek Kverno del Blog Birding Ecuador
Fuente: El Telégrafo
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