Las hembras llegan a medir hasta 8 metros de ancho por 2 de largo, y los machos alcanzan los 6 metros de ancho. Se calcula que pueden vivir hasta 100 años. |
La identificación de más de 500 Manta birostris en las aguas de la Isla de la Plata (dentro del Parque Nacional Machalilla –PNM–) determinó que el lugar sea considerado como el de mayor importancia en el mundo para esta especie marina, según lo confirmó el lunes pasado la científica estadounidense Andrea Marshall, quien efectúa un estudio internacional sobre las llamadas mantas y que durante las últimas dos semanas realizó distintos análisis en las costas manabitas.
Es el resultado de un año de estudios, que incluyó la ubicación de dispositivos satelitales en los animales y, posteriormente, el monitoreo de los movimientos migratorios de la también llamada “voladora de los mares”, una especie apetecida en el mercado asiático por tener partes similares a las aletas del tiburón.
Marshall indicó que este hecho es un aporte esencial para la especie, pues, tras los estudios realizados, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) le solicitó realizar un nuevo informe que sirva para certificar si la Manta birostris podía salir de la lista de especies en peligro de extinción en el mundo, en la cual se mantenía. La norteamericana indicó que después de los últimos estudios realizados en Ecuador, Mozambique, México e Indonesia pudo elevar un informe a la UICN, en el que se determinaba que había más población de Manta birostris en puntos focalizados, lo que llevó a que el organismo internacional de preservación de especies dispusiera que dichos animales marinos salgan de la categoría “en peligro crítico” para ascender a la lista de especies “vulnerables”.
Ahora los científicos esperan que en noviembre, cuando se reúna la Comisión Mundial de Especies Migratorias, en Noruega, también se dictaminen leyes que impidan su captura, como sucede en Ecuador, donde desde agosto del 2010 está prohibida la pesca y comercialización de mantarrayas.
Es el resultado de un año de estudios, que incluyó la ubicación de dispositivos satelitales en los animales y, posteriormente, el monitoreo de los movimientos migratorios de la también llamada “voladora de los mares”, una especie apetecida en el mercado asiático por tener partes similares a las aletas del tiburón.
Marshall indicó que este hecho es un aporte esencial para la especie, pues, tras los estudios realizados, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) le solicitó realizar un nuevo informe que sirva para certificar si la Manta birostris podía salir de la lista de especies en peligro de extinción en el mundo, en la cual se mantenía. La norteamericana indicó que después de los últimos estudios realizados en Ecuador, Mozambique, México e Indonesia pudo elevar un informe a la UICN, en el que se determinaba que había más población de Manta birostris en puntos focalizados, lo que llevó a que el organismo internacional de preservación de especies dispusiera que dichos animales marinos salgan de la categoría “en peligro crítico” para ascender a la lista de especies “vulnerables”.
Ahora los científicos esperan que en noviembre, cuando se reúna la Comisión Mundial de Especies Migratorias, en Noruega, también se dictaminen leyes que impidan su captura, como sucede en Ecuador, donde desde agosto del 2010 está prohibida la pesca y comercialización de mantarrayas.
Pero la protección de la mantarraya también tiene impulso nacional. Desde el 2004 hasta el 2009, la Fundación Equilibrio Azul, en coordinación con el PNM, registró más de un centenar de individuos a través de la identificación fotográfica de sus vientres, que son una especie de “huella digital”.
Andrés Baquero, científico de Equilibrio Azul, describe que hasta el momento han colocado 17 transmisores acústicos y 3 satelitales en veinte mantarrayas, con el apoyo del Parque Nacional Galápagos. Esto, según explica, les ha permitido entender mejor el uso del hábitat de estos peces migratorios.
“Algunos de los resultados parciales indican que las mantas prefieren los primeros 10 metros de agua para navegar, lo que las hace muy susceptibles a interacciones con artes de pesca superficiales”, describe. Los monitoreos han permitido también confirmar que las mantarrayas son ágiles nadadoras, una de ellas recorrió 10 millas marinas (18,52 kilómetros) en 6 horas, resalta Baquero.
Al momento, científicos ecuatorianos impulsan proyectos para que la mantarraya sea protegida en la región sudamericana y en el mundo; mientras, Marshall continúa con seguimientos satelitales sobre unos ejemplares marcados en Ecuador, país que, según cree, dará la pauta para que este pez se aleje definitivamente de las especies en camino a desaparecer.
Fuente: Diario eluniverso.com
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